jueves, 9 de enero de 2014

¿CASADOS O CANSADOS?

En todos los matrimonios hay problemas en algún momento, eso ayuda a las parejas a construir un reino como familia.  Eso, lejos de desalentarnos, debe llamarnos a crecer para que la familia sea un pilar de la sociedad.

Algunos consejos recogidos por los años de experiencia de muchos matrimonios que te ayudarán a edificar un pedacito de cielo acá en la tierra:
- Elije el momento oportuno para conversar. Las peleas empeoran cuando uno está cansado o de mal humor. Puedes llegar a decir cosas que más tarde lamentes. “Qué admirable es saber decir la palabra adecuada en el momento oportuno”, Proverbios 15:23
- Se discute el punto, jamás la relación. Aprendan a separar las cosas, apunten al meollo del conflicto y no comiencen a amenazarse con terminar todo de una vez.
- Recuerden que las palabras tienen poder.  Piensen y mediten bien lo que digan, pues las palabras dan vida o muerte.  Los insultos y las amenazas matan la relación.
- El primer punto debe ser recordar lo bueno.  Debes traer a tu corazón al Señor y poner allí todo lo bueno que El ha hecho en el matrimonio.  Comienza reconociendo todo lo bueno de tu pareja y el Espíritu Santo empezará a ministrar en esa conversación.
- Aprende a escuchar.  No estés pensando en la respuesta que vas a dar mientras tu pareja expresa su molestia, aprende a oír.  No interrumpas mientras habla, valora sus apreciaciones y muéstrate receptivo en tus sentimientos.
- Sé empático con tu cónyuge. Ponte en su lugar y piensa que habrías hecho tú en su lugar.
- Baja el tono de tu voz. No es lo que decimos lo que lastima, sino cómo lo decimos.“La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”, Proverbios 15:1, 18:21 (NVI).
- No utilices frases tales como: “tú nunca...”, “tú siempre...”, “será que alguna vez...”, “por qué no puedes ser igual a...”. Habla con calma y adopta una actitud afectuosa. “Panal de miel son las palabras amables; endulzan la vida y dan salud al cuerpo”, Proverbios 16:24.
- Escucha a tu pareja como amigos. Piensa que consejo le darías si fuera un amigo contando un conflicto matrimonial
- Trata un tema a la vez. No podrás arreglar todas las cuestiones que te preocupan en una sola charla. Es mucho mejor progresar seriamente en un área de tu relación, que simplemente intentar resolver todos los problemas.
- Se flexible. Retroceder, alejarse del conflicto, ceder para llevarse bien o “ceder un poco para tener un poco”, pueden ser estilos efectivos en la resolución de los conflictos. Si ambos ganan, la relación mejora.
- Pregunta a la otra persona si ha entendido. La mayoría de las peleas se originan o se acentúan porque no se ha entendido bien lo que se ha querido comunicar.
- Nunca utilices la coerción. La intimidación, las amenazas y el uso de la fuerza, pueden conseguir un acuerdo de momento; pero, a la larga, no hacen más que debilitar la relación.
- Elije las batallas por las que vale la pena pelear. No toda discusión es necesaria. En ciertos momentos un olvido por la paz es mejor que todos los besos juntos, y un silencio de respeto es mucho más sensato que un grito autoritario. Elegir las batallas que queremos pelear es la mejor opción para sanar una relación con profundas heridas. “El que habla sin pensar hiere como un cuchillo, pero el que habla sabiamente sabe sanar la herida”, Proverbios 12:18.

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