sábado, 27 de septiembre de 2014

MANDAMIENTOS DE UNA ESPOSA SABIA

1.- No trate de "despistado" a su esposo cuando no encuentre algo que usted le esté pidiendo.  Recuerde que él tiene casilleros en la cabeza y puede que esté preocupado de otra cosa.
2.- Si él está trabajando en algo, no lo distraiga para pedirle que haga otra cosa porque él ya no volverá a lo que estaba haciendo, se le va a olvidar. Por lo tanto, esa tarea va a quedar a medias.
3.- Nunca dude de él cuando, a la pregunta suya. "¿En que estás pensando?", él responda: "En nada", porque es cierto,  los hombres tenemos un casillero cerebral "de nada" y habitualmente nos escondemos en ese lugar para escapar de los problemas y conflictos que nos asedian.
4.- Nunca le encargue apagar la cocina en tantos minutos más, mientras usted sale unos minutos a comprar algo.  Y si él está viendo algo en la televisión, menos.  Cuando usted regrese puede que no haya ni casa y él va a seguir viendo su programa favorito entre los escombros.
5.- Nunca le mande señales para que él adivine lo que usted quiere, como abanicarse la cara de calor si usted desea que él le pase un vaso de agua; pídaselo derechamente, él no entiende las indirectas.
6.- Nunca se enoje cuando él, destapando la olla, le diga; “ah!, hiciste fideos...” porque él no le está cuestionando la comida, sólo está haciendo un comentario en buena ley.  No se pase rollos.
7.- Nunca trate de ser mamá de su esposo, pues lo único que va a conseguir es que él sea su hijo mayor, incapaz de tomar las grandes decisiones.  Deje que él sea la cabeza (y usted no se tiente de ser el cuello).
8.- Nunca lo deje en vergüenza delante de las visitas, teniendo poca comida a la hora de sentarse a la mesa. Tenga el doble de todo para que él se luzca y, cuando él ofrezca más a sus amigos, usted no tenga que darle un puntapié por debajo de la mesa porque no hay más.
9.- Nunca se niegue a ponerse la tanguita que él le compró pasando tanta vergüenza (fijo que se dio mil vueltas por la tienda de lencería hasta decidirse a entrar).  Póngase la miniatura para él, mire que nunca falta la amiguita buena voluntad ofreciéndose a ponérsela.
10.- No lo trate de “pervertido” porque él quiere sexo cada vez que la ve en paños menores.  Recuerde que los hombres se excitan por los ojos; tampoco olvide que también son como los boy-scouts: “siempre listo”.
11.- Nunca se distraiga mientras hacen el amor, como mirando el techo mientras él está más entusiasmado; menos hacer un comentario fuera de lugar, como que el cielo raso necesita otra pintadita.
12.- Jamás de la impresión que usted sabe más en la iglesia, respondiendo todo lo que van diciendo los maestros, mientras él todavía busca el versículo en el índice.  Hágalo sentirse cabeza del hogar, honrándolo delante de todos.

Hágame caso y le va a ir súper bien,
                                                 Pastor Rubén Rodríguez R.

jueves, 9 de enero de 2014

¿CASADOS O CANSADOS?

En todos los matrimonios hay problemas en algún momento, eso ayuda a las parejas a construir un reino como familia.  Eso, lejos de desalentarnos, debe llamarnos a crecer para que la familia sea un pilar de la sociedad.

Algunos consejos recogidos por los años de experiencia de muchos matrimonios que te ayudarán a edificar un pedacito de cielo acá en la tierra:
- Elije el momento oportuno para conversar. Las peleas empeoran cuando uno está cansado o de mal humor. Puedes llegar a decir cosas que más tarde lamentes. “Qué admirable es saber decir la palabra adecuada en el momento oportuno”, Proverbios 15:23
- Se discute el punto, jamás la relación. Aprendan a separar las cosas, apunten al meollo del conflicto y no comiencen a amenazarse con terminar todo de una vez.
- Recuerden que las palabras tienen poder.  Piensen y mediten bien lo que digan, pues las palabras dan vida o muerte.  Los insultos y las amenazas matan la relación.
- El primer punto debe ser recordar lo bueno.  Debes traer a tu corazón al Señor y poner allí todo lo bueno que El ha hecho en el matrimonio.  Comienza reconociendo todo lo bueno de tu pareja y el Espíritu Santo empezará a ministrar en esa conversación.
- Aprende a escuchar.  No estés pensando en la respuesta que vas a dar mientras tu pareja expresa su molestia, aprende a oír.  No interrumpas mientras habla, valora sus apreciaciones y muéstrate receptivo en tus sentimientos.
- Sé empático con tu cónyuge. Ponte en su lugar y piensa que habrías hecho tú en su lugar.
- Baja el tono de tu voz. No es lo que decimos lo que lastima, sino cómo lo decimos.“La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”, Proverbios 15:1, 18:21 (NVI).
- No utilices frases tales como: “tú nunca...”, “tú siempre...”, “será que alguna vez...”, “por qué no puedes ser igual a...”. Habla con calma y adopta una actitud afectuosa. “Panal de miel son las palabras amables; endulzan la vida y dan salud al cuerpo”, Proverbios 16:24.
- Escucha a tu pareja como amigos. Piensa que consejo le darías si fuera un amigo contando un conflicto matrimonial
- Trata un tema a la vez. No podrás arreglar todas las cuestiones que te preocupan en una sola charla. Es mucho mejor progresar seriamente en un área de tu relación, que simplemente intentar resolver todos los problemas.
- Se flexible. Retroceder, alejarse del conflicto, ceder para llevarse bien o “ceder un poco para tener un poco”, pueden ser estilos efectivos en la resolución de los conflictos. Si ambos ganan, la relación mejora.
- Pregunta a la otra persona si ha entendido. La mayoría de las peleas se originan o se acentúan porque no se ha entendido bien lo que se ha querido comunicar.
- Nunca utilices la coerción. La intimidación, las amenazas y el uso de la fuerza, pueden conseguir un acuerdo de momento; pero, a la larga, no hacen más que debilitar la relación.
- Elije las batallas por las que vale la pena pelear. No toda discusión es necesaria. En ciertos momentos un olvido por la paz es mejor que todos los besos juntos, y un silencio de respeto es mucho más sensato que un grito autoritario. Elegir las batallas que queremos pelear es la mejor opción para sanar una relación con profundas heridas. “El que habla sin pensar hiere como un cuchillo, pero el que habla sabiamente sabe sanar la herida”, Proverbios 12:18.